William Lindsay Gresham (Baltimore, 1909 – New York, 1962) escribió una obra magnánima titulada El callejón de las almas perdidas (Sajalín editores, 2011). Una historia llevada a la gran pantalla en dos ocasiones: Edmund Gouldingen en 1946 y Guillermo del Toro en 2021.
Sublime la atmósfera conseguida por Gresham; nos envuelve de un halo oscuro monopolizado por perfiles perdedores. Stan Carlisle es el gobernante de la novela, la cual gira entorno a su viaje desde el infierno al cielo, y viceversa.
En esta sórdida aventura, partimos desde las miserias de una feria ambulante donde no falta la pitonisa; el hombre forzudo: «el monstruo» (un hombre que arranca la cabeza a mordiscos de pollos y serpientes); la mujer que resiste a alto voltaje en su cuerpo… Un elenco de «artistas» con el mero propósito de timar a los panolis del lugar.
Todos los personajes creados tienen un pasado desestructurado y eso lo plasma de una manera soberbia el autor. Gresham escribía borracho y el resultado es comparable a los célebres artistas que consiguen su mejor creación bajo la influencia de sustancias alucinógenas.
UN REVERENDO MENTALISTA
El poder de la mente es el hilo conductor de El callejón de las almas perdidas. Ya no solo la hipotética virtud de dominarlo sino, también, de la inteligencia y la resolución del que lo hace. Engañar para conseguir el éxito a costa del prójimo.
La novela consta de veintidós capítulos, tantos como cartas que dispone la baraja del tarot. Cada pasaje se encuentra ilustrado por una de ellas, dándole sentido en cada oportunidad.
El callejón de las almas perdidas fue publicada originalmente en EE. UU. en el año 1946 y es un clásico underground de la época. La lectura es un vivo reflejo de la sociedad en la que se basa. Una obra imprescindible, reeditada por la editorial Sajalín en este enero de 2022.

